Quería
agradeceros vuestras visitas y saludos, así como los mensajes que he recibido.
Es un verdadero placer poder tener este blog desde el que entablar
conversaciones de cualquier tema cultural.
Hoy me encantaría escribir sobre un subgénero literario
de ciencia ficción que es mi favorito y sobre el que he escrito abundantes
páginas: las distopías.
Todos hemos leído novelas distópicas, aunque la
palabreja resulte desconocida, o cuando menos extraña: sería lo contrario a la
utopía. Frente al mejor de los futuros posibles, nos podemos imaginar, intuir o
especular sobre el peor de los futuros probables, es decir, crear en nuestra
imaginación, un hipotético futuro diferente del que cabría desear. Así nos
podemos inventar un futuro terrorífico en el que no podremos ser felices, como
el que se creó con "Fahrenheit 451", la temperatura a la que arden los libros, o
"Un mundo feliz", o "1984", "La fuga de Logan"... y un larguísimo etcétera.
Dentro de la ficción científica, es la especialidad más
especulativa y filosófica, y reconozco que la que más me apasiona. Desearía
fijar mi atención y mis recuerdos en una obra de Margaret Atwood, para mí, su
obra cumbre:
"El Cuento de la Criada".
"El Cuento de la Criada".
Tal vez la mejor obra distópica del siglo veinte, lo
cual es muy subjetivo por mi parte, pero posee tal riqueza de elementos y
símbolos, que se pueden descifrar en ella multitud de alarmas sobre el posible
mundo que se nos podría avecinar.
La novela relata la vida de una criada en una sociedad
norteamericana dominada por un régimen teocrático. Nos explica que en un pasado
no muy lejano, hubo un cambio de régimen, y se impusieron los valores puritanos
de la ortodoxia religiosa más fundamentalista. El rol de la mujer desciende a un
segundo plano, y su función se reduce al de procrear. La criada protagonista,
recuerda cómo era su vida antes de la caída en desgracia de su país, cuando la
libertad permitía escoger tu propio destino. Ella intentó huir a Canadá, donde
aún se disfruta de un régimen democrático, pero le fue imposible. Nos lo cuenta
en primera persona para adquirir un mayor dramatismo y realismo, y es un relato
que aparece en una caja de zapatos, en unas cintas de casete antiguas. Un grupo
de estudiantes del futuro con un afamado profesor de literatura, desentrañan el
estilo literario de aquella historia que cuenta la supuesta criada, sin valorar
la angustia que ahoga el mundo en el que viven.
El éxito de su novela, es que el final es demoledor,
dejando la puerta abierta a un sinfin de especulaciones sobre lo que podría
pasar a continuación, si hubiera una segunda parte.
Hay algunos aspectos que pueden recordar el mundo
actual, como la obsesión por la seguridad, o la pérdida de valores que conlleva
una asfixiante crisis.
Quizás sea el papel del estado lo que menos se puede
parecer al mundo actual. En su obra, Atwood nos muestra una sociedad teocrática
donde el estado controla a todos sus ciudadanos, lo que contrasta con la
tendencia actual a la desaparición del estado, o al menos, al estado nación tal
como lo concebíamos desde la Revolución francesa, un estado soberano que
pretendía representar a toda la sociedad y en la que ésta delegaba las
decisiones tras unas elecciones por sufragio universal. El estado nación ha sido
una creación identitaria de determinados grupos basada en una determinada lengua
común, una religión mayoritaria y unos símbolos que reflejaban el alma todo un
país. Con la crisis actual, el sistema financiero especulativo que hasta ahora
gozaba de un inmerecido poder económico, ha decidido dar un paso más, y poseer
también poder político, debilitando el papel del estado nacíón hasta la
extenuación. Seguiremos teniendo estados como siempre hemos conocido, pero serán
estados "floreros", sin facultades potestivas reales, a las órdenes del sistema
financiero especulativo... y en el momento en que desobedezcan sus exigencias,
les pasará como al primer ministro italiano hace unos pocos meses, el
todopoderoso Berlusconi, que sin querer apoyarle, sí recordar que por lo menos
él sí fue elegido por su pueblo, y no quien dirige en estos momentos los
destinos de Italia... no sé cómo denominar esta situación, pero sí se parece
bastante a una nueva distopía...
El éxito de Atwood, está en su capacidad de anticipación.
Es una escritora canadiense muy conocida en los ámbitos intelectuales y
progresistas, y es de las pocas mujeres que escriben distopías; en su obra nos
recuerda que el papel de la mujer en la sociedad sigue siendo muy precario y
endeble, y cualquier fanatismo podría hacer peligrar sus éxitos históricos en
pie de la igualdad. Que las crisis y quienes las provocan, consiguen que las
víctimas se sientan culpables, y que la mujer siempre ha estado en el punto de
mira de los fanatismos fundamentalistas.
La obra de Atwood, es ante todo un toque de atención
para que la mujer se mantenga alerta sobre sus legítimas reivindicaciones en un
mundo que desafía con retornar a otra época.
Y ahora esperaré anhelante vuestras opiniones y
críticas, para enriquecer el debate sobre este tema o cualquier otro que deseéis
proponer. Sobre las distopías queda mucho por escribir, y prometo seguir
haciéndolo otro día. os hablaré de una de mis novelas que voy a publicar este
mismo mes, que se titula "Metanoia", y también es de ciencia ficción. Es una
distopía diferente a las de Atwood, con bastantes menos pretensiones, pero con
la que he querido entretener a un público heterogéneo.
De momento, aquí os envío esto hasta el próximo día.
Hasta pronto!!!
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